Saltar al contenido

Emociones y mundial, una mirada esperanzadora

de un lado de la imagen se ve a la seleccion argentina de futbol rumbo a qatar 2022, del otro lado se puede ver a un hincha con su mano en el pecho

El fútbol se escribe con los pies, se piensa con el cerebro, y se juega con el corazón.

Pier Paolo Pasolini

La pitada inicial está a punto de ser dada en QATAR 2022. Aunque pareciera que el mundo va a detenerse no es lo que le sucederá a las 50.000 MILLONES de personas que se estima lo palpitarán a través de las pantallas. Las rutinas diarias, los acontecimientos agradables y no pocas vicisitudes estarán también presentes durante ese mes.

Entre las realidades que no evitará el mundial están las enfermedades cardiovasculares (enfermedad coronaria, hipertensión arterial, ACV). Las cuales son la principal causa de muerte en el mundo occidental. Hoy sabemos que los estados crónicos de depresión, ansiedad y estrés, son algunos de los factores de riesgo para su desarrollo entre muchos otros.

Por su parte, los estados emocionales intensos de ira, ansiedad, tristeza, angustia y estrés agudo, son potenciales “gatillantes” de eventos cardiovasculares agudos como el infarto agudo de miocardio, arritmias cardíacas y el síndrome de Takotsubo (conocido más comúnmente con nombre de “corazón roto”) que pueden conducir todas, a una muerte súbita o repentina.

Esta vinculación entre emociones intensas y eventos cardiovasculares se observó en catástrofes como terremotos y bombardeos, pero también, durante eventos festivos como en las celebraciones de fin de año y religiosas. Algunas crisis económicas, políticas, y elecciones presidenciales, han mostrado también una mayor tasa de eventos cardiovasculares. Gran estrés y miedo (corazón de soldado o de la trinchera), grandes tristezas (síndrome del corazón roto) y alegrías intensas (síndrome del corazón alegre) vinculan a las emociones con dichos desenlaces desafortunados.

Entonces, ¿son las emociones algo dañino?

Ante todo, debemos saber que las mismas son una serie de cambios físicos, no conscientes (automáticos), de instauración rápida y corta duración (segundos a escasos minutos) que se producen como consecuencia de algún estímulo o situación. Las 6 emociones clásicamente reconocidas son, la felicidad, la tristeza, la ira, la sorpresa, el miedo y el disgusto.

Los cambios físicos son inherentes a la emoción. La emoción “se siente en el cuerpo”. Y el corazón no resulta ajeno a tal manifestación. Sería una profunda injusticia demonizar a las emociones, ya que, sin ellas, el ser humano difícilmente podría haberse adaptado a la carrera evolutiva. El miedo es desagradable, pero prepara nuestro cuerpo para la lucha o la huida. Nos aleja de los riesgos y facilita la supervivencia.

Pero también, y dependiendo de la intensidad del estímulo, del estado cardiovascular previo, y de la susceptibilidad individual de cada persona pueden acarrear las complicaciones cardiovasculares mencionadas.

A caras del mundial, está en el centro del debate, si las emociones que despiertan los partidos podrían aumentar la ocurrencia de eventos cardiovasculares.

Esta inquietud se funda en los resultados de algunos estudios poblacionales. Uno de ellos fue el de Daniel Witte de la University Medical Centre Utrecht de Holanda publica en el año 2000 en la prestigiosa revista científica British Medical Journal. En este trabajo se concluye que la tasa de mortalidad cardiovascular y ACV entre los hombres mayores de 45 años se incrementaron un 50 % tras la eliminación en cuartos de finales de Holanda por Francia durante la copa de la Liga Europea de 1996.

Y coincidentemente, en diciembre se cumplen 20 años de la publicación, que vincula por primera vez, a un partido de mundial con el riesgo de infarto agudo de miocardio en la población. En este caso, el estudio tiene como protagonista a la performance del equipo argentino. Ya que el día del partido y al día siguiente en que Inglaterra quedara descalificada por Argentina en el mundial de 1998 se incrementó en un 25 % los casos de infarto de miocardio asistidos en los hospitales de ese país. Postulando el investigador principal del estudio, que dicho aumento se debería a la emoción vivida por los espectadores durante ese tenso final.

Algunos estudios posteriores sugieren un discreto riesgo para los espectadores, sobre todo, cuando el equipo pierde de local, en mayor de 65 años, fumadores (actual o pasado), con inadecuado control de la hipertensión y deficitaria adherencia farmacológica.

Sin embargo, no es posible con las evidencias actuales establecer de modo consistente una relación directa de significancia entre las emociones despertadas por los partidos del mundial y un aumento en los eventos cardiovasculares. Quizás, durante este mundial y haciendo uso de la tan promocionada big data pudiera evaluarse de forma más precisa y con menos sesgos tal vinculación.

Independientemente de que esto ocurra y podamos en algún momento comprender realmente si tal vinculación es significativa, es imprescindible evitar caer en miradas simplistas de un problema complejo, porque ello, podría conducirnos a tomar posturas erróneas y contraproducentes.

Por ejemplo, ¿son las emociones las que condujeron a una mayor tasa de infartos, o más bien, son los modos de cómo se gestionaron tales emociones las que condujeron a más eventos cardiovasculares y muerte?

Recordemos que la etimología de la palabra emoción significa “hacer mover”, “aquello que te mueve hacia”, la emoción genera movimiento (motion – motor). Por consiguiente, de la gestión de ellas, dependerán en gran medida sus consecuencias, que pueden ser más o menos saludables.

Al respecto, existe vasta evidencia del incremento de conductas poco saludables para el corazón durante tales eventos deportivos. Por ejemplo, mayor consumo de alcohol, de tabaquismo, y entre los hinchas fanáticos del futbol, muy lamentablemente, mayor consumo de cocaína. También se demostró que durante los partidos de futbol se incrementaron los niveles de inseguridad y violencia, no sólo callejera, sino también doméstica. Postulándose esta última situación, como la responsable del incremento de eventos cardiovasculares entre las mujeres durante los partidos observada en algunos estudios. A mayores puntuaciones de hostilidad se demostró un riesgo cardiovascular aumentado también. A todas estas conductas perjudiciales se está más proclive frente a la derrota. Y no es necesario aclarar que son 32 los equipos que juegan y solo uno será el vencedor. O dicho de otro modo, el 97 % de los equipos y sus seguidores serán perdedores.

Por consiguiente, me atrevo a hipotetizar que las conductas que derivan de las emociones podrían tener más peso que el efecto directo de las emociones sobre la resultante cardiovascular. Comprender parte de esta complejidad ayuda a desdibujar la imagen que fluye entre la gente del abuelo gritando un gol como principal responsable del incremento en las tasas de infarto referidas en las publicaciones científicas.

Es más, podríamos hasta llegar a argumentar que el aumento de mortalidad referida fue a expensas, NO de las personas que vieron y gritaron los goles con pasión, sino a aquellas, que ni siquiera vieron el partido. Ya que esta condición no se refirió en la mayoría de los principales estudios mencionados.

Con esto, no quiero decir que no pudiera existir una asociación entre los partidos de futbol y eventos cardiovasculares mayores, sino que, sería completamente incorrecto adjudicarles una causalidad directa.

Pero, sobre todo, esta visión tanática de las emociones podría conducir a desperdiciar, en lo que considero una oportunidad posible para mitigar, aunque sea de forma mínima, uno de los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de las enfermedad cardiovascular y muerte en el mundo. Un factor de riesgo muy poco considera. Me refiero a la pérdida de los vínculos sociales, el aislamiento, y el sentimiento de soledad.

Aislamiento y soledad

Esto es, en realidad, uno de los grandes problemas silenciados de nuestro tiempo. Se estima que más de una tercera parte de la población adulta mayor sufre de soledad. El no intercambiar con otros, no mirar a otros y, sobre todo, no ser mirado, reconocido, ni hablado, conduce a profundos daños psíquicos y físicos. La soledad acorta la esperanza de vida. El riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular por esta situación es aún mayor que el riesgo que acarrea ser hipertenso, obeso o sedentario, e iguala, al riesgo que imprime el tabaquismo.

Una publicación de la National Academies of Sciences del año 2020 demuestra que las relaciones sociales escasas (caracterizadas por el aislamiento social o la soledad) se asocian a un aumento del 29 % del riesgo de enfermedad cardiaca y a un aumento del 32 % del riesgo de accidente cerebrovascular. Y en los pacientes con insuficiencia cardiaca, la soledad, cuadriplica el riesgo de muerte, aumenta el 68 % el riesgo de hospitalización y en un 57 % la de consultas a la sala de emergencias, en comparación a las personas que, padeciendo tal cuadro cardiaco, no sufren de soledad.

El debilitamiento de los vínculos familiares, la acentuación del individualismo y la fragmentación de los lazos sociales han facilitado que este problema vaya en aumento. No existe un tratamiento farmacológico para la soledad. Aunque algunos enfoques intentan abordar a la soledad y aliviar sus efectos dañinos. La OMS y diferentes gobiernos están impulsando medidas para paliar este problema. Con tal fin, el Reino Unido creo El Ministerio de la Soledad en el 2018. Los resultados de tales intervenciones están aún por ser analizadas con el tiempo.

Por lo pronto, y lejos de aspirar a que con un gol se resuelva tamaño problema, si es posible que el mundial genere el marco propicio para el encuentro entre compañeros, amigos, y familiares. Las emociones del mundial pueden ser unas de las únicas formas comunes en las diferentes generaciones y podrían estimular al diálogo y al encuentro.

Una figurita puede ejercer de amalgama entre un abuelo y su nieto. Un partido puede que sea el único evento compartido por las diferentes generaciones y propiciar el encuentro de hijos, padres y abuelos.

Debatir si el arquero debió salir al encuentro del atacante por izquierda o derecha podría ser un digno motivo para la charla con un desconocido vecino, el kiosquero, o almacenero, y romper con ello mucho tiempo de ostracismo. Esto parce poco. Pero es mucho para las innumerables personas con los lazos sociales severamente fragmentados.

Posiblemente sea solo un deseo y lejos esté de lograr este fin. Lo que no deberíamos permitir es que en base a un riesgo inconsistente no lo intentemos.

Algunas recomendaciones básicas

  • Quienes padecen enfermedades cardiovasculares, deben seguir las indicaciones de sus médicos
  • Adoptar conductas saludables (como evitar comidas copiosas, el tabaquismo, el exceso de alcohol, etc).
  • No consumir drogas
  • Gestionar las emociones de modo saludable.
  • Y también, es justo recomendar al respecto, alejarse de los agoreros del miedo.

Por consiguiente, a disfrutar del espectáculo! A gritar, cantar, abrazar, emocionarse y vivir plenamente esta fiesta de multitudes.

Finalmente agregaría a la frese inicial del escrito: La pitada inicial está a punto de ser dada en QATAR 2022, ¿Para qué lado vas a correr la pelota de las emociones? ¿Para el de la salud cardiovascular pleno de lazos emotivos o en contra de ella? De esto dependerá en gran medida la copa de la VIDA.

Gustavo Ontiveros
Médico cardiólogo. MN 91682
Presidente de FUPREMUS.

¿Cómo podemos ayudarte?